martes, 12 de enero de 2021

EL FLAMENCO MÁS CERCA







                               EL FLAMENCO MÁS CERCA  Paco Arana

                        CONFERENCIA Y RECITAL DE CANTE 




         ORIGEN DE LA MÚSICA ANDALUSÍ EN EL FLAMENCO
         


                      

Después de los años que llevo inmerso en esta apasionada forma de vivir que es El Flamenco para mí, me sorprendo cada día cuando descubro una y otra vez la huella musical y monumental que nos dejaron los moros durante aquellos ocho siglos de permanencia en España, e imagino, que, al margen de sus escaramuzas guerreras, aquellos lugareños cercanos y sencillos, se verían condenados a entenderse y compartirían su pan, su vino y sus costumbres.
Desde aquella coincidencia histórica de moros, judíos y cristianos que poblaban por entonces el país, para seguir conviviendo con su música y sus danzas, y que continuaron incluso hasta mucho después de que Boadil perdiera a su Granada, han pasado muchos siglos y sin embargo, ahora que corre el tiempo tan ligero y las comunicaciones son ágiles como regueros de pólvora encendida, me encuentro, brujuleando en internet, con una  sorpresa titulada (La Pasión Flamenca de dos Hermanos Turcos) un sugerente y novedoso vídeo flamenco instalado en la nube, para deleite de los buenos aficionados, y compruebo al escucharlo, que el mestizaje que nos trajo la música de entonces, perdura todavía y continúa alimentándose de los brotes de su misma raíz flamenca, con intérpretes pakistaníes, turcos y norte-africanos actuales.
Aquellos moros que no se quisieron ir, así como los sefarditas que tampoco huyeron de España, para seguir avivando y exhibiendo su música y sus bailes en zambras y ritos litúrgicos íntimos, mantuvieron intactas sus señas de identidad y fueron, poco a poco, compartiendo sus cítaras, chirimías y laúdes, con flautas, guitarras y panderos de los músicos del pueblo llano, que alzaron también sus voces quejumbrosas de muecines y plañideras, junto con el donaire de los romances y pregones recitados en los zocos y mercados de distintas localidades de la Baja Andalucía.  
A menudo, recorro intramuros mi ciudad de Burgos y observo en mis paseos nostálgicos sus, todavía intactas, cuatro puertas de entrada, dos de ellas de  estilo mudéjar, así como una pequeña parte de la muralla que protegió a nuestra grandiosa e inalterable Catedral, que no así al castillo aquel que nos arruinaron los franceses, al igual que los posibles palacetes y viviendas de los barrios de La Judería, La Morería y La Alteza.
 Seguro que allí convivieron las tres culturas, y se beneficiaron entre ellos, sin preocuparse de su condición, raza o culto religioso.
No es difícil recrearse y fantasear en este entorno, y os invito a imaginar la celebración de una boda o fiesta privada en el palacete de algún jeque poderoso o mercader acaudalado, para lo cual, incorporo a esta charla este romancillo; un juguete poético y divertido en el que intento relatar la escena y el contenido de la fiesta… Dice así.                                                   
Suspiraba el sultán                                                
en su alcázar moro:                                      
-Por verte bailar niña,                                   
diera un tesoro.                                                                                                   
En la corte murmuran                                  
que no es romana,                                        
ni mora ni judía,                                           
será cristiana.                                                                          
El sultán vive ausente                                
con su locura,                                                 
la reina mora llora                                         
su desventura                                                                                              
-Te ofrezco mis jardines                                
mis surtidores,                                                                      
mi laúd y mi Alhambra,
los mis amores.
Siete velos de espuna
tiene su baile,
siete nuevos antojos 
van por el aire.
El Sultán advertido
sufre de celos
y contrata en sus zambras
músicos ciegos.
Granada entera
presume faraláes
sonajas de oro.
Que baila laSultana
por soleares.
!Valla un tesoro!
Hay que pensar, que en el pasado siglo IX, vivió en la corte cordobesa de Abderramán II, un músico y poeta de origen pakistaní, llamado Ziryab y apodado El Mirlo Negro por su voz brillante y encantadora y su piel negruzca de puro morena. Este concertista fue el referente principal de la música andalusí de aquel tiempo ya lejano, que dejó un patrimonio cultural de más de diez mil canciones y diferentes formas musicales que, sin duda, nos han llegado por trasmisión oral hasta los actuales flamencos españoles. 
                  
  INFLUENCIA DEL PUEBLO GITANO EN EL FLAMENCO

                     


Daremos ahora un salto importante para situarnos a  finales del siglo XV en que comenzaron a llegar los egipcianos a España, huyendo, sin duda, de las guerras intestinas de su país para refugiarse en el nuestro. En un principio comenzaron a llamarles egipcianos, porque se les creyó procedentes de Egipto, y ellos mismos asumieron de por vida este nombre. No obstante, se cree que por su habla Romaní, sus rasgos faciales y sus costumbres, procedían de un país lejano de La India, al sur del antiguo Pakistán, aunque, todavía hoy, ellos se reconocen y llevan con orgullo el nombre de Gitanos.
No seré yo quien dogmatice sobre esta polémica cuestión,  pero parece ser que hubo un grupo que cruzó media Europa hasta llegar a los Pirineos y entrar en España como mercaderes o peregrinos, y otro que cruzaría el estrecho desde  las costas africanas, para instalarse en la baja Andalucía.
Los apátridas gitanos vienen a España para quedarse, y aunque perseguidos por una ley dictada por los RR. Católicos para echarlos, conectan fácilmente con el paisanaje, valiéndose de su destreza artesana para la forja, la fabricación de utensilios de mimbre, hierro y cobre, el conocimiento para la doma del ganado caballar, su arte fenicio para el trato, sus adivinaciones y hechicerías, y además cantan, tocan y bailan sus danzas romanís con las que embelesan a los músicos locales enraizados desde siglos en España.
Pronto se acercarán a los cantos de moriscos y  aldeanos  para fundirse con la música en boga de entonces, aportando su sentido del ritmo, que unido a su espíritu errante y libertario, desembocará  con el tiempo en lo que  ahora conocemos por Arte Flamenco.
Alguien ha dicho, sabia y claramente, creo yo, que “Jerez es al Flamenco, lo que Nueva Orleans es al Jazz” o dicho de otro modo, que “El Flamenco es a los gitanos, lo que el Jazz es a los negros”. Esta frase singular deja bien claro que, en ambos casos, han aportado a la música local una nueva savia para un arte que, todavía hoy, sigue bebiendo de novedosas armonías, dejes y coplas, además de otros variados instrumentos. Aquellos negros no inventaron el Jazz ni estos gitanos el Flamenco, pero, lo cierto es que, desde su mismo sino trágico, se expresan con un mensaje especial que lo intensifica y caracteriza a su forma y a su antojo, aportando su sabor agridulce y su compás riguroso y perfecto.  
Me gustaría destacar que terminado el siglo XV, y entrado ya en el florecimiento cultural del Siglo de Oro, convivieron en él dos sociedades bien distintas y definidas: la intelectualidad y el poderío de La Corte, con la sencillez y la opresión del Pueblo llano. En ese enredo se vería metido, nada menos que, don Miguel de Cervantes Saavedra, que incorporó en alguna de sus Novelas Ejemplares a protagonistas gitanos.                           
Esto no es de extrañar ya que él mismo tuvo una prima hermana que lo era al cincuenta por ciento, de ahí su afinidad hacia ellos así como el conocimiento de sus costumbres y algo de su lengua. Tan es así que, en una de sus Novelas Ejemplares, titulada “La Gitanilla”, figura como protagonista una niña chica llamada Preciosa, que amadrinada por su vieja abuela, exhibe su arte cantando y bailando por las calles y plazas de Madrid y Toledo, con su primoroso y abundante repertorio de coplas que sorprenden a la  concurrencia.
                               
Curiosamente nuestro autor más universal, no incluye en su novela ningún vocablo ni copla en lenguaje romaní, ya que utiliza y pone en boca sus propios romances en castellano y así lo revela cuando escribe en su novela que… “no faltó poeta que se los diese: que también hay poetas que se acomodan con los gitanos y les venden sus obras, yendo a la parte de la ganancia, que de todo hay en el mundo.”
 
          LOS CAFÉS CANTANTES Y LOS INTELECTUALES
                                   



Otro salto en el tiempo, nos sitúa ya en el siglo XIX en que se comienza a exhibir el arte flamenco en Cafés Cantantes, donde aparece Silverio Franconeti, un cantaor criado en Morón de la Frontera, al abrigo de las fraguas gitanas, y que llegaría a dominar los palos principales del flamenco. A este, ahora ya, legendario Franconeti, se le atribuye el compromiso de esta nueva andadura en que se sacará el Flamenco de las fraguas y las tabernas y lo darán a conocer, comercializado ya, en los Cafés Cantantes… La vida y milagros del grandísimo cantaor que inauguró en Sevilla el Café de Silverio, daría para un par de horas de charla, pero lo mejor para conocerlo es este poema escrito por Federico García Lorca que lo  describe, sublima y sintetiza de esta manera:
Entre italiano 
y flamenco, 
¿cómo cantaría 
aquel Silverio? 
La densa miel de Italia 
con el limón nuestro, 
iba en el hondo llanto 
del siguiriyero. 
Su grito fue terrible. 
Los viejos 
dicen que se erizaban 
los cabellos, 
y se abría el azogue 
de los espejos. 
Pasaba por los tonos 
sin romperlos. 
Y fue un creador 
y un jardinero. 
Un creador de glorietas 
para el silencio. 

Ahora su melodía 
duerme con los ecos. 
Definitiva y pura. 
¡Con los últimos ecos!
    

              
El glorioso poeta Federico García Lorca, había nacido en el año 1.898 y no conoció a Silverio Franconeti, con lo cual, no cabe duda de que para componer este poema  incluido en su Romancero Gitano, el poeta se inspiró en un libro titulado “Colección de Cantes Flamencos” publicado 1.881 por el padre de los hermanos Machado.
Este es un libro imprescindible para entender el Flamenco y lo firma y escribe don Antonio Machado Álvarez y su seudónimo “Demòfilo”, que se traduce, nada menos, como Amigo del Pueblo. En él recoge don Antonio, con un riguroso trabajo de campo, cientos de coplas y romances que escucha y anota puntualmente, y además entrevista in situ a los cantaores de la época que lo interpretan, situando a cada uno de ellos en su provincia andaluza correspondiente, con sus nombres artísticos y algún detalle de su especialidad cantaora.
También don Manuel Machado, el hijo mayor de Demófilo, tomando las riendas de su padre, leyó y  se inspiró en este libro para componer nuevas coplas flamencas que hoy suenan en boca de muchos cantaores actuales, y compuso también el poema que voy a incluir en esta charla, donde el autor versifica gran parte de la lista de los cantaores y cantaoras que su padre relacionó en su publicación del citado año 1.881. Dice así: 
La Lola
La Lola se va a los Puertos.
La Isla se queda sola;
Y esta Lola, ¿quién será,
que así se ausenta, dejando
la Isla de San Fernando
tan sola cuando se va...?

Sevillanas,
chuflas, tientos, marianas,
tarantas, tonás, livianas...
Peteneras,
soleares, soleariyas,
polos, cañas, seguiriyas,
martinetes, carceleras...
Serranas, cartageneras.
Malagueñas, granadinas.
Todo el cante de Levante,
todo el cante de las minas,
todo el cante...
que cantó tía Salvaora,
la Trini, la Coquinera,
la Pastora...,
y el Fillo, y el Lebrijano,
y Curro Pabla, su hermano,
Proita, Moya, Ramoncillo,
Tobalo -inventor del polo-,
Silverio, Chacón, Manolo
Torres, Juanelo, Maoliyo...

Ni una ni uno
-cantaora o cantaor-,
llenando toda la lista,
desde Diego el Picaor
a Tomás el Papelista
(ni los vivos ni los muertos),
cantó una copla mejor
que la Lola...
Esa que se va a los Puertos
y la Isla se queda sola.


                           LOS MÚSICOS NACIONALISTAS

                                       
                  

Entramos así en una nueva era, en que los intelectuales más destacados y los músicos nacionalistas de finales del XIX y principios del XX, se interesan vivamente por El Flamenco. Así lo demuestra la iniciativa que nace de Manuel de Falla, Ignacio Zuluaga, y García Lorca, para organizar en el año 1922 el primer “Concurso de Cante Jondo de Granada”, en el que colaboran escritores, poetas, músicos y pintores. Allí actuaron fuera de concurso la pura esencia flamenca de entonces, representada por Pastora Pavón, “La Niña de los Peines”, Manuel Torre y Antonio Chacón, con la guitarra de Ramón Montoya y el baile de La Macarrona.

Los músicos nacionalistas como Albéniz, Falla, Granados, Tárrega o Joaquín Rodrigo, entre otros, bebieron con avidez del folklore español, honrando al Flamenco en composiciones tales como: Rumores de La Caleta, Recuerdos de La Alhambra, El Amor Brujo, La Danza Quinta y El Concierto de Aranjuez…  y son  los actuales guitarristas flamencos más virtuosos, quienes  interpretan hoy sus obras y les devuelven el rancio sabor en que se inspiraron sus autores, cerrando de esta manera el círculo creativo.
Los poetas y escritores se apuntaron también a colaborar, en este arte, con sus libretos y nuevos cantares, y debatieron sobre el Mundo y Formas del Flamenco ahondando en lo más enigmático y emocionante del tema: El Duende.
¿Qué es El Duende? Un espectro, una visión, una fantasía, una aparición, una borrachera o quizás un poco de todo.
Creo yo que no existe una definición certera, ni siquiera aparente, lo que si hay son ejemplos o experiencias concretas; así que, también yo, intentaré conduciros a esta “situación enduendada” con un momento que viví al lado de un cantaor amigo, al que esperaba un cierto día para acompañarle a la guitarra y acudió al camerino con retraso, intentando digerir una noticia realmente amarga de su entorno familiar más cercano… Yo advertí que estaba totalmente descompuesto aquella noche, y le vi cómo se tomaba un vaso de aguardiente de un solo trago, para armarse de valor y salir al escenario cantando por seguiriyas como nunca había cantado, se dejó allí  la rabia y la pasión de aquel momento y, con su lamento terrible y angustioso, nos puso un nudo de amargura, que nos fue subiendo desde la barriga a la garganta y rompió en un conmovedor y sonoro  aplauso.
No pude reconocer la letra de aquel cante lleno de “soníos negros” porque, seguramente, la fue improvisando en el mismo momento, pero con aquella sensación, pude escribir este poema que os dedico a todos vosotros con la intención de que lo sintáis como algo que todavía nadie se ha atrevido a  explicar con alguna definición más acertada.
      Es un soneto y se titula Duende. Dice así:                                   
                                                
                     Hoy has vuelto de nuevo con tu cante
                     al tablao de tu pena sin consuelo,
                     a vender tu amargura y tu desvelo
                     y a beberte la vida en cada instante.

                     Tragedia en torno a ti, es la constante
                     que se enjuga en quejíos sin pañuelo,
                     que se embriaga en jipíos muerte y cielo
                      y se queja en un ¡Ay! seco y vibrante.

Mírate en tu memoria antepasada,
rebusca en tus lamentos de jondura
que hallarás una copla que nos hiera.

Y al clamor de tu pena consolada,
                     al eco de tu grito y desventura,
será más jonda tu voz y más sincera.                 

              Poco más, tan solo agradecer a todos los artistas flamencos que han “españoleado” por el mundo, llevando en sus giras nuestro arte, así como los que no quisieron salir de su tierra natal y su entorno familiar, para conservar así el puro flamenco en estado puro.
                La lista, que sería interminable, está presente en la memoria de los buenos aficionados, y todos sabemos que ellos han sido los que han conseguido el reconocimiento de nuestro Flamenco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, pomposo título que en poco cambia el día a día y la lucha de la mayoría de los profesionales que se emplean y se empeñan en trasmitir este Arte Universal.
        


                               
                 Preciso recordar ahora con orgullo al genio mundial de la guitarra flamenca, nuestro eterno Paco de Lucía, que ha dejado una herencia musical irrepetible y ha sido Premio Príncipe de Asturias, así como el primer artista español nombrado en EE.UU. “Doctor Honoris Causa” por la Universidad de Berkeley, además de un ser humano ejemplar, que dedicó su vida entera a engrandecer hasta el límite de sus fuerzas la música más indiscutible y reconocida que tenemos hoy en España.
                  Dejo aquí, para terminar, este, ya viejo, poema galante, que espero no se acabe nunca y siga creciendo en proporción a la grandeza del gigantesco personaje que  se dejó la piel en cada concierto, siempre.
                   Dice así:                   


A Paco el de la Lucía         
lo puso Dios en la tierra,
porque le enseñara al mundo
cómo se tañe la queja.

Cómo se amasa la angustia,
cómo se mete una pena,
cómo goza, canta y vive
un pueblo que siente y crea,
un pueblo que hace compás
con su trabajo y sus fiestas.

Lo trajo de otra galaxia,
cruzando cielos y estrellas,
vino por ríos y mares,
caminos, montes, veredas…

Lo dejó en Andalucía
sueño de sol y de arena,
con dos siglos de cultura
en su guitarra flamenca.

Y Paco el de la Lucía
con los sones de su tierra,
–en la mano diestra un grito
y en la siniestra un poema,
abrazando a su guitarra
como quien ama a una hembra–
en un diálogo amoroso
dejó templadas sus cuerdas.

Y en la noche de los tiempos,
armonizó una tormenta
de trémolos deslumbrantes,
bordones de rabia y queja,
rasgueos de torna-ojos,
silencios flor de la ausencia.

Y mordiéndose los labios,
fue desgranando falsetas,
pa que se enterara el mundo
que la guitarra flamenca,
–como un río hacia la mar
caminando con firmeza,
como lluvia en el cristal
descubriendo nuevas sendas–,
toca el cielo con las manos
por derecho y con grandeza.

Gracias Paco de Lucía,
gloria de esta tierra nuestra.

                      Paco Arana 2015