miércoles, 4 de diciembre de 2019

                                     





LA IGLESIA EN INVIERNO   Paco Arana
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Que sola se queda la iglesia del pueblo.
Se fue la cigüeña del nido altanero
y a aquel  cura viejo que nos visitaba,
no le sale a cuenta, tanto padre nuestro.
Solo la campana tañe su concierto,
que viene a decirnos la triste y callada
noticia, de alguien que se ha muerto.

Qué sola se queda la casa anticuada.
Los meses alegres de aquel veraneo,  
disipan sus luces en pos del invierno,
dejando las tardes sombrías de niebla,
la pálida luna redonda de enero.
Qué triste la noche, qué amargo el silencio
que todo lo agranda y lo quiebra todo.

En la casa antigua, vive el campanero
con su amada esposa, que se asoma al cielo,
juntos de la mano para no estar solos
en esa ventana que les anticipa
  y aparece, amarga, la parca maldita:
La guadaña inmunda, el frio esqueleto,
calavera hueca con ojos de hielo.
Ella que le observa y le ve tan enfermo,
  a la chimenea, le arrima dos leños,
 que llenan la estancia de un grato destello
del hogar afable, del hogar sereno.

Y esa misma noche, del alba el lucero,
la lumbre apagada, la puerta al relente...
 La parca se lleva a su compañero.
Y la amante esposa le besa en la frente,
solloza callada para sus adentros,
 y apenada y sola, reza un padre nuestro.

Paco Arana, casi Navidad del 2019.


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