viernes, 12 de febrero de 2016

ENTRE SANLÚCAR Y EL FORO


                     

                        
                                               El mariquita se peina
                                            en su peinador de seda.
                                              Los vecinos se sonríen
                                       en sus ventanas postreras.
                                             ¡Los mariquitas del Sur
                                              cantan en las azoteas!

                                                              Federico García Lorca

         Aquella fiesta flamenca se había alargado hasta las tantas y se tuvo que romper la madrugada con unos graciosísimos tanguillos de Cádiz a cargo de un curioso personaje que se nos había colado en aquella juerga interminable, y remataba con su  copla cantando de esta manera:

                                     -Yo vengo de Cái
                                     con mi chirigota,
                                     con la gracia y el arte
                                     de este mensaje
                                     que trae mi copla.
                                     Me dicen Manoli,
                                     soy La Señorita,
                                     por curpa er malaje de los amigos
                                     que me publican.
                                     Mis paisanos se burlan con guasa
                                     de la mariposa y la pluma que tengo,
                                     y me cantan a coro en la calle
                                     con una retahíla de si voy si vengo.
                                     Pues que miren para sus adentros
                                     y se vean ellos con su falsedad...
                                     que es posible que pierdan aceite
                                     y no lo averigüen por no comprobar.            
           El aplauso y las carcajadas brotaron tras de la copla y surgió de inmediato un verdadero interés de todos los presentes por saludarle y conocer mejor a aquel, sin duda, artista que había surgido allí como uno de esos duendecillos anónimos que suelen aparecer en las reuniones flamencas.
           Con el sabor a despedida de las últimas copas comenzó el tal a relatarnos su aventura personal y con un inconfundible gracejo gaditao, siguió diciendo:                            
          -Bueno, amigos, que la fiesta ha estao mu bien, todo mu bonito; con ese cante tan puro, esa guitarra y ese arte, me habéis hecho recordar un rinconcito muy entrañable de mi pueblo natal, la Peña Puerto Lucero de Sanlúcar de Barrameda, ahí es “ná”.  Pero… digo yo que, como me he colao aquí sin preguntar, me tendré que presentar a ustedes.
>>Para mi gente, yo soy La Manoli “La Señorita”, mire usted, y aunque uno no tenga esa gracia pa cantar y bailar, me apunto un poquito con las palmas y las castañuelas.
>>Y digo que, ahora me ven así, pero yo no vine al mundo con estas hechuras ni con este ropaje, y, sepan que hasta la silicona que llevo puesta es de diseño. ¡Eha! la chaquetita de Armani, los zapatos y el bolso de Parriego, el pañuelo de Loewe y el perfume de Channell… que este cuerpo se lo merece tóo y tiene que dar mucha guerra todavía…
>>Pues yo no vine al mundo así, no, que a mí me parió mi madre en Cái después de cinco hermanas maravillosas que me han querío y me quieren como a su hermano pequeño que soy. 
>>Dicen que salí rollizo, pichita, guapo, pulío y hasta perfumao de bien y tóo. Llamaba la atención en el pueblo desde chico, por esta hermosura y esta gracia pajolera que dicen que tengo de tóa la vida de Dios.
>>Qué años más felices de mi niñez... lo verdaderamente amargo llegó cuando cumplí los quince y seguía jugando a la comba, a las muñecas y a las comiditas con las niñas del barrio; ayudaba con las camas y el cuarto de baño y me ponía toítos los zapatos de tacón que encontraba por la casa.
>>Alguna tarde, cuando me quedaba yo solo, aprovechaba para acicalarme con el maquillaje y el carmín de mis hermanas, me llenaba la cabeza de bucles, me desenredaba con sus peinetas y me vestía con sus braguitas y sujetadores. Lo que más me gustaba ponerme era una falda de tubo roja y una blusa blanca con chorreritas de mi hermana Loli. La falda me apretaba un poquito y me hacía el culete orondo y macizón; recuerdo un día que  se me saltó la cremallera, pero, con el susto y tóo, la volví a guardar a la chita callando, y mis hermanas tuvieron una trifulca entre ellas  que casi se llegan a los pelos.
>>Aquel año esperaba yo la Feria de la Manzanilla como el agua de mayo: las casetas de aquí y de allá con el sevillaneo, los caballos por el Paseo de La Calzada, los cacharritos con sus tiovivos y sus coches tropezones... qué bullicio, qué colorido y qué gracia de mi gente pregonando el pescaíto y la manzanilla; para rematar la feria, el chocolate con churros de madrugá... todos los aromas de mi pueblo se me encarnan nada más recordarlo, y no me veas a mí con mis castañuelas, mi pelito largo y mi vestido de lunares rojo pasión... no me quise maquillar mucho por no dar un espectáculo, pero qué escándalo amigo, la gente empezó a mal meter, que si la nena, que si la palmera, la jibia, la mariquita y qué sé yo el ramillete de requiebros y mofas que tuve que aprender para moverme por este mundo transexual. La verdad es que lo que más me apetecía era maquillarme y vestirme de flamenca, pero claro, me perdían el respeto y yo les tenía que aguantar la broma. 
>>Bueno, pues aún así me pasé toda la feria tocando los palillos y moviendo el cuerpo con mi bata de lunares, pero claro, después de aquello La Manoli, como si se hubiera echao a la calle. Allí empezó mi carrera…
>>Y así llevo tóa mi vida, de capullo en capullo. Y uno ya está cansao y además viejo. Sí, ya estoy cansao de amar y de aborrecer tantas veces; cansao de alquilar este sexo que me ha acompañado siempre, el sexo este que otra mayoría esconde porque no tiene cojones para levantar la cara con orgullo e identificarse con nosotros. Sí, se esconden ayudaos por esta sociedad falsa que, en honor a las buenas costumbres, les camufla y da cobijo en matrimonios fracasaos, tratamientos psicológico-espirituales  y ocupaciones célibes.
>>Algún día contaré yo mis desventuras, y de verdad que va a temblar el misterio… durante mis primeros años en Madrid, trabajando de Striper, me pretendieron empresarios, políticos y banqueros entre otros; se llamaron, Antonio, Esteban, Andrés, Emiluco... todo fue muy distinto con Mario; cinco años duró aquello y nuestra relación fue auténtica,  una historia de amor de verdá; nos veíamos casi a diario y, con algún pretexto, viajamos en ocasiones a la playa.
>>Mario tenía unas facciones perfectas, unos ojos verdes fascinantes y un cuerpo atlético envidiable; era distinguido, formal y muy generoso conmigo, dirigía una empresa familiar muy conocida en Madrid, así que cuando sus hermanos descubrieron nuestro enredo, me enviaron dos matones a la salida del tablao que me dieron una paliza de muerte y tuve que salir de la ciudad durante una temporada. Yo hubiera dado la vida por recuperarle, pero, después de aquello, entró en una depresión fatal y acabó suicidándose en el Puente de Segovia.
 >>Con el corazón roto me he pasao estos años en Madrid, y ahora veo, en mi abandono, a un hombre viejo, vencío y despreciao, haciendo la calle por el Parque del Retiro, Chueca y Montera. Ahora me tengo que ver, por mi desgracia y mi mala cabeza, huyendo a la carrera de las redadas de la policía y aguantando borrachos, rufianes y degeneraos.     
>>Amargamente he sobrevivido desde mis quince años hasta ahora con toda esta vida de sinsabores y burlas,  pero voy a volver de nuevo a mi pueblo, aunque tenga que escuchar otra vez la lengua de la gente maliciosa. “Mirarla, ha vuelto de nuevo Manoli, La Señorita”. Voy a estar con la gente que me quiere y no voy a permitir las humillaciones y las sonrisas maliciosas de quienes pasean su hombría por las calles del pueblo, y luego ocultan sus extravíos sexuales en nuestra compañía.
>>Para el próximo mes de mayo, voy a estar de nuevo con mis paisanos en la Feria de la Manzanilla; voy a desafiar al espejo de los años y me voy a maquillar para lucir mi vestido de flamenca, mis zapatos de bailar, mi peineta y mi arte con las castañuelas, sí, porque nosotros también tenemos nuestro puntito.
>>Digo.