sábado, 11 de agosto de 2018

ALMA DE BORDÓN


                                                         ALMA DE BORDÓN       Paco Arana
                                                        

¿Cuántas notas puede albergar el seno de una guitarra morisca? ¿Cuántos lamentos, cuantas risas y cuántos suspiros esperan la mano tañedora que libere todas esas sensaciones escondidas en su esencia flamenca? ¿Qué trémolo apasionado para expresar una caricia? ¿Qué torrente de notas pican y repican por bulerías para jalear una boda gitana? ¿Qué sutil arpegio para pintar un paisaje de la Alhambra o el atardecer de una playa de Cádiz? y ¿Qué filigrana de compás y síncopas para crear este soniquete que canta con voz de muecín y baila al son de viejas panderetas, sonajas y laúdes?
Aquella “sonanta” primitiva, anduvo siempre su camino viviendo y conviviendo en barberías, tabernas y fiestas campechanas de aldeas y arrabales, con el consiguiente menosprecio de cortesanos y eruditos, y fue  el músico y poeta Vicente Espinel quien le añadió una sexta cuerda, para que Francisco Tárrega y otros músico nacionalistas adornasen, gracias al bordón incorporado, sus composiciones más sentidas con el sello y el carácter del Pueblo.
El bordón lleva entre nosotros varios siglos de intensa creación y recreación. Podríamos decir que él es el alma, la poesía y la emoción de la guitarra.
A través de ese bordón hondo y potente, caminan por el mástil camino hacia la boca, las notas más profundas, nacidas de esa vasija hecha de madera de ciprés y pino viejo, que hace sonar el tañedor por gentileza de su pulgar y el rancio sabor del pueblo llano, con lo cual, sigue sonando íntimamente a fandango, soleá o petenera.
¡Guitarra! Tú que has sido y serás siempre de tabernas y mesones del camino, hoy con tu ALMA DE BORDÓN y el rasguear del caminante, también te debes de sentir poeta.